La avenida Arequipa. Un sábado sin nada que hacer y cansado de no hacer nada, volviendo a casa con la laptop en la mochila, los hombros destruidos y la barriga llena - corazón contento -. Los faros pasan y pasan iluminando apenas mi rostro que está más que iluminado por la luz del ómnibus, en realidad los faros no pasas, pasa el micro pero es como si todo el mundo se moviera, cambiara de sitio para que llegues a tu casa y te encierres en la Internet a revisar, tal vez, tu facebook.

En esos instantes, cuando veía luces de neón alumbrar en cielo y las fachadas de los edificios, volteé y en mi mente escuche: "hijo".

Nostalgia es una sensación de lejanía que uno siente cuando se encuentra lejos de sus seres queridos, nostalgia, eso es. Me sacudió esa palabra. Me puse a pensar a rememorar e imaginé a mis padres abrazándome, no, yo los abrazaba y los tres alegremente nos reencontrábamos, imagine a mi familia reunida, todos como era el año pasado.

Lamentablemente yo soy un chico, de esos asentimentados, que sufren para poder derramar una lágrima. Si tuviera corazón de pollo, seguro que por lo menos se me hubieran aguado los ojos. En fin, por ahora tengo que tomarme en serio mi contexto, tengo que estudiar para poder hacer que el tiempo vaya más rápido, para que por lo menos así pueda hacer que ese abrazo ocurra lo mas pronto posible.

Sentado en un asiento en clase de Etnicidad, se me vino a la mente la imagen de un zapato, pero un zapato especial, no era un zapato que cualquiera pudiera tener: un zapato de payaso.

¿Y dónde encuentrar un zapato de payaso? Pues, en el baul de la abuela. Creer que la abuela no pueda tener un zapato de payaso sería como creer que no tiene todavía timolina Leonar. La abuela es un ser enigmático que tiene de todo en su baul, aunque no tenga un baúl, pero cuenta con todo lo necesario para sobrevivir sin dinero. Por eso siempre que no puedo almorzar en la calle o en la universidad, o quiero ahorrarme un sencillo; voy donde mi abuela para que pueda alimentarme, aunque ella se lo toma a pecho el papea Perú y me empacha - lo último que fui a comer fue un riquísimo pollo broaster con ensalada, agua en la boca - y al final su té para el frío hijito.

El domingo iré donde la abuela para pedirle el último recibo de luz para poder tramitar mi DNI, maldita mayoría de edad. Además y como tema general tendré que ir a buscar un zapato de payaso, ¿por qué?, porque se viene algo nuevo. Con mi propia venia se viene un zapato de payaso.

Hace un añor que publiqué el primer post en Sobreprotexion. Empezamos con un poema y hemos pasado por anecdotas, narraciones, prosas y ultimamente cronicas. Sinceramente ha sido muy bueno para mi poder escribir muchas cosas personales o pensamientos intimos en el blog. Nadie me lee y pienso que pueden leer esto como un discurso mas.

A veces publicar estas cosas, como las pienso o como inicialmente las escribo me ha traido problemas. Y es que el rol que desempeño en este blog a veces no concuerda con los roles que desempeño en la vida cotidiana, a veces chocan entre sí y dejan una tremenda sensación de agresión o desentendimiento de mi parte. A los que alguna vez pude ofender, - y que no se me tome como el arrepentido que nunca falta - les pido disculpas. Y también les pido disculpas a todos los que alguna vez leyeron alguna entrada, alguna prosa, porque sin duda se decepcionaron.

No soy brillante mis estimados lectores pasajeros, tengo mucho camino por recorrer y es menester que me caiga antes de llegar a mi calvario. Este post es de celebración y de agradecimiento. Lo primero porque ya pasó un año, y se pasó volando y acarreando el tránsito del colegio a la universidad, de una ciudad de provincia la capital. Lo segundo porque por aqui pasaron alguna vez como lectores ajotaerre, ross, mama pío, tesha, mi hermana la melco y talvez alguno que otro que lo tenga agregado al Facebook y haya seguido el link que a veces pongo en mi estado. Gracias a todos. Prometo tropezarme y equivocarme más a me menudo.

El profesor Rosales pidió una cronica de la fiesta de promoción. No se me ocurrió nada más y no pienso escribir más sobre ese tema. La foto no tiene nada que ver.


Mi fiesta de promoción.

Fue un lunes, para variar. Cándidamente llegué bien presentado con un folder manila con unos versillos de Benedetti en el interior. Por esos días había regresado de Lima – puesto que yo vivía en Ayacucho – mi mejor amigo. Juntos fuimos a la ceremonia luego de recoger a su pareja de promoción. Mi pareja todavía se estaba cambiando a esa hora, yo pasaría mas tarde a recogerla. Antes de lo previsto empezaron a llamar a los alumnos para la graduación, todos pasaban con sus parejas. ¿Y la mía? Ni siquiera contestaba el celular. Mi hermana, mi padrino, mi mejor amigo, todos estaban medio enojados con ella por su falta de compromiso, su falta de delicadeza.

Tuve que pasar solo al salón, con mi folder manila. Hablaron los directores, las mamás, y como parte del acto protocolar yo tuve que hacer un discurso, para eso llevaba el foldercillo. Innové con un poema de Mario Benedetti y aplausos, las fotos y el baile con la pareja. Todavía no había llegado la mía. Bailé entonces con mi madrina mientras todos bailaban con chicas de nuestra edad. Luego mi madre tomo mis manos y cuando ya casi acababa el baile se apareció mi pareja. Los que venían conmigo, sobre todo mi madre, mi hermana y mi madrina, la miraron con cierta ira, a mí me daba igual. Terminé bailando con ella y luego vendría la fiesta propiamente dicha.

Cuando empezamos a bailar con música del DJ, llegó el muy inoportuno enamorado de mi pareja, estaba en la puerta muy alcoholizado y ella, prefiriéndolo, se fue a atenderlo. Me quedé solitario como un honguito, esos que crecen escondidos en la parte más oscura del bosque. Por suerte, las parejas no eran exactas, siempre había gente – sobre todo varones – que no bailaban, así que mis pies no se quedaron ociosos mucho tiempo.

Con mi mejor amigo, meses atrás, decidimos terminar la fiesta de promoción muy ebrios. Yo no lo logré porque bailaba seguido, él se quedó dormido alrededor de la 1:30 a.m. En los momentos que no bailaba, me dedicaba a conversar cosas sin importancia o tomarme fotos con amigas de mi promoción. Además, como pertenecía al grupo de periodismo del colegio, por momentos agarraba la cámara y comenzaba a hacer una especie de recorrido general del salón de baile y también tomaba fotos de todo lo que pasaba.

Mi fiesta de promoción fue corta. Baile, me alcoholicé con mi mejor amigo pero a las 2:30 de la mañana, cuando la fiesta recién debería comenzar, mi padrino vio a mis papas un poco “picados”, se lo dijo a mi hermana y ella decidió que nos íbamos. Tuve dos impresiones fuertes, una era lo temprano que nos retirábamos y la otra era una cachetada que me dio mi hermana al verme un poco ebrio. Simplemente le encargué a mi mejor amiga que cuidara a mi padrino y, como si fuéramos compadres, salí abrazado a mis papas, uno a cada brazo caminando en ligero zigzag entre las muestras de aprecio que nos mostrábamos. Mi mejor amigo dormía en el regazo de su madre y yo salía dando tumbos del hotel donde celebrábamos nuestro cierre de la etapa escolar. Qué noche.



Señor de los recuerdos bendice esta mesa en la que estamos reunidos escritor y escrito. Ven tu a reclamar los derechos de tus personajes, de sus acciones y consecuencias. Ven tu a descubrir fantasias y legados de artista frustrado. Ven tu a destrozar este maleficio que apenas y puede ser advertio. Ven sana, salva y santifica. Ven, asomate a la puerta y preguntame por qué hoy estamos reunidos en esta mesa, señor de los recuerdos, escritor y escrito.

Rebuscaba entre los *.doc de mi carpeta de creación literaria y encontré esto. Con la venia de Ajotaerrre.


EXTRAVIADO


Me perdí…

salí como siempre a disfrutar mi vida,

te seguí, y me perdí


Empecé a caminar sobre tus pasos,

respiré tu aire y tu indiferencia,

mis ojos solo quería ver tu rostro,

mis pies, seguirte

y en mi corazón una esperanza

¡deja de ser indiferente!


No sé cuánto tiempo ando perdido

en tu vida, en mi vida,

me he perdido en tus labios,

en tu cuerpo,

amasando este amorío

que elimina otros recuerdos


Me perdí…

salí como siempre a disfrutar mi vida,

y la disfruto a tu lado, querida,

pero me perdí


Risueño, como si la miel de Afrodita lo hubiera bañado de pies a cabeza, así caminaba Juan Pérez por Larco, con su maletín marrón ofreciendo volantes sobre las ultimas novedades de la librería Solier. Desde hace quince años su vida era igual, ese estigma de alegría le había marcado la cara, como al Joker. Si lo vieran ahora como se le llenan los ojos cuando recuerda el primer sueldo por repartir volantes, seguro no lo podrían creer.

Él empezó ayudando a asu viejo, que era uno de los principales empleados de la libería. Con afán, desde muy pequeño, ordenaba los libros por su color y por el tamaño; luego por idioma, por tipo de autor, por tipo de argumentos hasta que a los dieciséis ya conocía la tienda de pies a cabeza. Su destreza con los libros era fenomenal, incluso con los que recién salían al mercado y llegaban como exclusivas a Solier. Fue ahí cuando recibió su primer sueldo, y hasta hoy se le salen las lágrimas.

Me comentaba la noche que lo conocí que desde que tiene uso de razón se vio rodeado de libros. Su padre lo llevaba al trabajo después de la escuela y, luego de los deberes, Juan asomaba su cabecita por lo libreros para encontrar esas raresas que tanto lo apasionarían despues. Aunque no concibía su valor preciso, desde los 9 años pasaron por sus manos de arreglista libros de Borges, Bennedetti, Joyce, Saramago y él con simpatía de bibliotecario los ordenaba segun su color o grosor.

En su adolescencia se interesó por descubrir una especie de novela que más le intrigaba. La novela erótica. Así poco a poco se deslizaba en los pasillos para rebuscar, entre enmohecidas paginas, parajes que le manifestaran una leve erección al leerlos. Pero no le encantó.
Por otro lado, se dedicó más al estudio de la filosofía y es que, como paraba todo el día adorando las letras, se puso a pensar en él. Descubrió a Sócrates y Platón, a los pragmatistas y a los positivistas y en medio de tanta idea suelta decidió quedarse a vivir en Solier.

Pero la crisis de los años 80 se trajo abajo al negocio de los Santisteban - Solier por apellido de una abuela - que se quedaron sin capital cuando les quitaron un fundo que tenían en Lambayeque. Juan Pérez miraba al piso cuando Eugenio Santisteban puso un letrero en la puerta. El precio de su desesperacion. Se vende.

Desde ese día se puso a repartir volantes con: "Por venta de local de la librería Solier, remate de libros". Sus ojos se llenaban de lágrimas cada vez que vendían a Joyce a diez mil intis, cuando vendían a Cortázar a cinco mil intis, solo lo escencial para vivir, para sobrevivir.
La verdad es que no aguanté.

Sumido en una seudodepresion decidió - casi estúpidamente - conseguir un préstamo para comprar el local de solier, con libros incluidos. Me quedaría sin letras para mencionar todos los ceros de la cifra que le dieron, estaba endeudado de por vida por un tonto préstamo. Se moriría de hambre y quizás pensaba que las hojas de los libros lo iban a alimentar, casi fue asi.

Tanta preocupacion había hecho que los noventa llegaran al instante. Sus estragos fueron devastadores para todos, menos para los libros de Juan Pérez. No le cambió el nombre a la librería y con bandas y cohetes inauguró una nueva era en su vida, el 03 de abril del 92. Su vida empezaría a florecer. A los dos días un presidente oriental dio un autogolpe al régimen, instaurando su dictadura. Muchas personas estressadas discurrian todos los días por Solier para cambiar de ambiente en sus cabezas.

Nada puede ser perfecto y cuando menos se lo esperó las canas ya lo acosaban y sufrió un accidente bajando al vestibulo. Cuatro meses aislado del negocio hicieron que todo se derrumbara. Los Santisteban le pusieron otra vez el ojo al local de Larco y pagaron todos los gastos de la operacion, de la de Juan Pérez y la del local.

Por tercera vez en la historia se inauguraba el Solier. Fue el año pasado. Ahora se ve un Juan Pérez más cauteloso en la vitrina de administrador del local donde creció, se vocea que Fujimori ganrá la proxima semana en las elecciones. Y a mi qué, me dijo, con tal que nunca falten lectores aquí no hay problema. Poco a poco la voz se le iba apagando.