Después del parto el doctor me dijo que Sandra estaba en el cuarto 403 y yo no terminaba de creerlo.Valentino era el hijo planificado que toda la vida quisimos tener. Cuando nos casamos ella me dijo que lo que más ansiaba en el mundo era tener un hijo al cual poder susurrarle al oído que era la mayor bendición del mundo, que tenía unos padres que lo querían y siempre lo protegerían.

Pero los años pasaban y nuestro desarrollo profesional impedía hacer un alto para cumplir nuestro sueño, la depresión cogió a Sandra y la relación se volvió tensa. Ya casi no había gestos de cariño entre los dos, ella me dijo que se iba de la casa, que esta no era la vida que quería llevar. Yo no impedí que se vaya. Sus maletas estaban en la puerta cuando llegué de la redacción y quien las llevaba era su madre, Sandra la había mandado a recoger sus cosas.

Aguantamos tres días. Ella se había ido a Buenos Aires a tomar unas cortas vacaciones con unos primos; yo, llegaba a mi casa todos los días sin más razón para estar feliz. Al tercer día me llamó y me dijo que tenía 2 meses de embarazo y no lo había notado, que el cambio de ánimo se debía a un desequilibrio hormonal, producto del embarazo. Volvió a la semana siguiente y todo entre nosotros cambió. Volvimos a ser la pareja de adolescentes que fuimos al principio, cada día nos llenábamos de revistas pediátricas y nuestras madres visitaban frecuentemente la casa para preguntar como íbamos. Han sido los mejores meses que he pasado junto a ella: Nos fuimos a San Andrés a los 5 meses, después ya no podría viajar, volvimos color camarón y bajo la luna decidimos que él se llamaría Valentino.

Ahora lo veo, tierno, inmóvil, apenas respira para mantenerse vivo, se retuerce entre sueños. Seguro que si lo pondríamos en un bolso nadie se daría cuenta del milagro que respiraría dentro. Es una suerte que se parezca a ella, tiene sus labios y sus mejillas, tiene mi nariz y pronto veré si sacó los ojos del abuelo. Se mueve para un lado y una sonrisa asoma por la incubadora. Como si supiera que lo estoy mirando y me hace pensar que él también nos estuvo planificando como padres.