Belezetina


Belezeta está triste... ¿Qué tendrá Belezeta?
se pregunta Darío, el moderno poeta
será por su madre, será por la vida.
Reunida su pena las flores marchita
se esconde en el sur y apenas suscita
una risa perversa y una falsa salida.

La neblina que ahora puebla los litorales
se ha encargado de darle decepciones morales
al centinela celeste de los tesoros rosados.
El guardián aquel de las playas de Cádiz
donde toda su estancia fue un eterno infeliz
que encontró en el cielo los caminos adorados.

¿Piensa acaso acabar con su vida el tunante
o simplemente hundirse en su escepticismo errante,
ese idilio insondable que días atrás exaltaba?
¿O tal vez piensa en su dicha que esclavo,
el que todo promete pero siempre excusado,
y que niño, no ahora, ser tanto añoraba?

¡Ay! Qué lo aqueja que su sueño alcanza
pasear por la arena, resumir su andanza
y perecer junto al mar un meridiano día.
Saludando se va Belezeta, no ríe
y hasta ahora la lluvia hace que nada varíe
el simplemente quiere recupera su compañía.

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