El enfermo que no decansa


Cuando te vas a morir no piensas en nada, sólo quieres morirte de una vez.


5:30 pm - Introito


Desarrollando el examen de admisión de una conocida universidad peruana, me empieza a pinchar la cabeza. Al principio no le doy importancia, pero el dolor se hace más presente. Empiezo a sentir frío. Me abrigo y empiezo a temblar y ese temblor pareciera que se trasmite por el aire: mi hermana también siente frío. ¿Será el chicharrón?, ¿el pionono?, ¿el helado? (no puede ser porque yo no comi helado), ¿la empanada? Y después de enumerar estos platos y rendirme definitivamente ante el dolor, me acurruco en mi cama.


7:10 pm - Diagnóstico


Encamado (¡Plop!, ¿encamado yo?), el dolor me ha vencido y mis esfuerzos por levantarme y seguir normalmente con mi vida se frustan. El baño se vuelve un punto de encuentro entre mi y mis dolores (algo irrisorio, créanme que sí). Por otro lado, mi precario cuarto (9 metros cuadrados, creo), se prestó para representar a una cueva, donde un convaleciente centro de información ruso o esstadounidesde se quejaba con ahinco, pero a la vez mandaba mensajes de texto a Huancayo. De Huancayo... prefiero hablar en otro post.


10:22 p.m - !Me quiero morir, ahora¡


Nunca me enteré que en los delirios se podía ser máquina de espionaje. Pues eso fui ayer. Clables se enredaban en mis piernas, brazos, cabeza, y otras partes de mi cuerpo. Mi ambiente bordeaba los 40 ºC y me sentía morir.


10:23 p.m - Todo Pérez Araníbal, hasta la Brasil.


¿Alguna vez han sido una combi?, en la vida real no, pero en delirios si lo fui. recorrí todo Pérez araníbal hasta la brasil. Ida y vuelta. Claro, conectado a los cables que me instalaron para hacer el servicio de interligencia. ¿que mosto no? Pues no. Los cables se me empezaban a enredar y en poco tiempo me vi atrapado (por mi frasada en la vida real) por los cables del sistema... No sé en que momento mo dormí.


02:00 a.m - Desenlace.


Supongo que seguía delirando, aunque en este momento me paré y camine. Sí caminé. Despacio porque cada vez que me ponia a caminar rápido el ambiente se llenaba de gritos y gritos que invadían mi mente como palabras que salían de un monitor y se estrellaban en mi ojos. Cada vez que una pesona hablaba, el número de sus palabras se elevaba al cuadrado y como era obvio, todos gritaban. Esas palabra cubrían la tierra y la hacían engordar y engordar. Cuando descubrí el truco, empeza a hablar despacio y quedo para que todo sea calma. Me volví a dormir


Todo el siguiente día (hoy) lo he pasado frente a la computadora y hechado a mi cama (con lapsos en los que iba al baño). Ahora mientras escribo, me lagrimean los ojos y nadie quiere que me muera.



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