Y si jugamos al ahorcado? *

Imagen By DebEndi

El reencuentro de promoción siempre es desastroso. Cuando hay desastre siempre se "pierden" cosas. Por lo tanto nunca ofrescas tu casa para hacer un reencuentro de promoción. ¿No es clara la lógica empleada?

Hace tres años mi hermana salió del colegio. Yo no sé hasta donde dicen la verdad las mujeres pero ella no era de las que son hinchas de la promoción. Si se da el momento, se da. Pero si te matas organizando el reencuentro con semanas de anticipo, etiquetando a todos en flyer de reencuentro en el Facebook, peleándote por la cantidad mínima de chancha, y acordando que el sitio de reunión será en el tan clásico barrio de Andamarca, y al final todo se quiebra ¿qué haces? ¿Los llevas a tu casa sabiendo el riesgo al que se exponen tus pertenencias materiales, tu piso, tu baño?

Mi hermana no lo pensó dos veces y a las 8:30 p.m me llamó y dijo: "Saca las sillas y esconde la laptop" ¿Qué puedo pensar?

A partir de esta llamada me cree un panorama: Esconde la laptop y persignate para que nada pase dentro de tu casa.

Dios es un ser que se toma todo al pie de la letra. No me persigné. Así que como no hay parte del pastel, él no se tomó la molestia de distraerse en un reencuentro de promoción. Escuche silbidos, querían que les abra la puerta. Yo no le abro a nadie porque no son de mi promoción. Que venga ella y los atienda. A partir de ese momento ellos eran SU problema. Encerrado en un cuarto con un televisor y la laptop sin Internet pase las 4 horas más raras de mi día y de estas fechas navideñas.

Si no era para dejar sus casacas era porque se confundieron de cuarto o porque uno de ellos estaba tan mal que se cayó de bruces en la cama y no se levantó hasta que su estómago le ganó la lucha al ahogo, hasta vomitar. Distraido entre la película Dioses y la final de los reyes de show, no me percataba de nada hasta que la vejiga (¿mencione que me encerré además con una botella de litro y medio de InkaCola?) mandó ir al baño. El grifo estaba destrozado, aunque todavía se podía caminar del recinto. Decidí no salir más.

A la 1:30 a.m., luego de escuchar como mi hermana ponía orden para ir a otro antro a seguir con la celebración, decidí salir. Mi sala, el baño y el pasadizo que los conecta están mojados, no húmedos ni con algún rastro de líquido sino mojados, embarrados con un especia de poción de alcohol, agua, detergente y algo que se pega a mis zapatos (que no sea vómito, por favor). Replanteamos la pregunta: ¿No es lógico que si tus amigos de promoción dejan hecho un desastre el sitio que los cobija en la noche de celebración, no debes invitarlos a celebrar a tu casa?

Mejor agarremos papel y lápiz. Pongamos guiones vacíos y juguemos al ahorcado. Fin

* Con este post rompo la predicción de que no escribiría hasta año nuevo. Además las circunstancias lo ameritaban. A propósito del título me gustó cómo Imma Turbau narra su novela "El juego del ahorcado". La recomiendo si te gustan las historias donde la incógnita queda marcada en las primeras páginas. Después de leer su obra quiero conocer a la autora en persona.

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